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La segunda venida de cristo

La segunda venida de Cristo, con el reino que lo sigue, es el corazón mismo del progreso de las Escrituras y es el tema más importante de la profecía del Antiguo Testamento. Los grandes pactos de la Escritura se relacionan con el programa de Dios, especialmente los pactos con Abraham, Israel, David y el nuevo pacto. Gran parte de la revelación de los Salmos y de los profetas mayores y menores giran en torno a este gran tema. Los grandes libros proféticos como Daniel, Zacarías y Apocalipsis centran su atención en el tema de la segunda venida de Cristo y la consumación de la historia y el reino. Por esta razón, la doctrina de la segunda venida en gran medida determina el total de la teología del intérprete de la Biblia y justifica el intento de ordenar detalladamente los sucesos proféticos que aún están por cumplirse a fin de ser fiel a toda la revelación bíblica.

B. Profecías del antiguo testamento acerca de la segunda venida.

Mientras el arrebatamiento es una doctrina del Nuevo Testamento que jamás se menciona en el Antiguo Testamento (porque la iglesia como tal era un misterio no revelado en el Antiguo Testamento), la segunda venida está firmemente asentada en el Antiguo Testamento.

Probablemente la primera de las profecías claras acerca de la segunda venida de Cristo está en Deuteronomio. 

Dt. 30:1-3 1 Sucederá que cuando hubieren venido sobre ti todas estas cosas, la bendición y la maldición que he puesto delante de ti, y te arrepintieres en medio de todas las naciones adonde te hubiere arrojado Jehová tu Dios, 2 y te convirtieres a Jehová tu Dios, y obedecieres a su voz conforme a todo lo que yo te mando hoy, tú y tus hijos, con todo tu corazón y con toda tu alma, 3 entonces Jehová hará volver a tus cautivos, y tendrá misericordia de ti, y volverá a recogerte de entre todos los pueblos adonde te hubiere esparcido Jehová tu Dios.

En esta profecía acerca de la reunión de Israel en su tierra nuevamente, se predica que Israel se convertirá al Señor espiritualmente y que entonces el Señor «hará volver a tus cautivos, y tendrá misericordia de ti, y volverá a recogerte de entre todos los pueblos adonde te hubiere esparcido Jehová tu Dios» (v. 3). La expresión «hará volver» indica un acto de intervención de Dios en la situación, y a la luz de las Escrituras posteriores se relaciona claramente con la venida del Señor mismo. 

Los Salmos, aunque constituyen el libro de adoración del Antiguo Testamento, frecuentemente se refieren a la segunda venida de Cristo. Después de una introducción descriptiva del justo, en contraste con el malvado en el Salmo 1, el Salmo 2 inmediatamente describe la gran contienda de Dios con las naciones. 

Sal. 2:1-13 1 ¿Por qué se amotinan las gentes,

Y los pueblos piensan cosas vanas?

            2           Se levantarán los reyes de la tierra,

Y príncipes consultarán unidos

Contra Jehová y contra su ungido, diciendo:

            3           Rompamos sus ligaduras,

Y echemos de nosotros sus cuerdas.

            4           El que mora en los cielos se reirá;

El Señor se burlará de ellos.

            5           Luego hablará a ellos en su furor,

Y los turbará con su ira.

            6           Pero yo he puesto mi rey

Sobre Sión, mi santo monte.

            7           Yo publicaré el decreto;

Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú;

Yo te engendré hoy.

            8           Pídeme, y te daré por herencia las naciones,

Y como posesión tuya los confines de la tierra.

            9           Los quebrantarás con vara de hierro;

      Como vasija de alfarero los desmenuzarás.

                  10        Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes;

Admitid amonestación, jueces de la tierra.

            11          Servid a Jehová con temor,

Y alegraos con temblor.

            12          Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino;

Pues se inflama de pronto su ira.

     Bienaventurados todos los que en él confían.

Aunque los príncipes del mundo desean rechazar a Dios y su gobierno sobre ellos, Dios declara su propósito: «Pero yo he puesto mi rey sobre Sión, mi monte santo» (2:6).El salmo sigue anunciando que este rey, al enfrentarse con los malos, «los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás» (y. 9).

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